Autoestima: el delicado arte de valorarnos

Autoestima: el delicado arte de valorarnos

 

En el silencio de mi consulta, una verdad se repite como un mantra: la autoestima no es un concepto uniforme ni simple, sino un ecosistema complejo donde conviven diferentes facetas de nuestra relación con nosotros mismos. Como psicóloga, he aprendido que entender esta diversidad es crucial para sanar heridas emocionales profundas.

La arquitectura invisible de nuestra autoestima

La autoestima se teje con múltiples hilos psicológicos que se entrelazan desde nuestra más temprana infancia. El autoconcepto – esa imagen mental que construimos sobre quiénes somos – actúa como base, pero dista mucho de ser un reflejo objetivo. Más bien funciona como un espejo deformante que a veces nos devuelve imágenes distorsionadas por experiencias pasadas, mensajes internalizados y expectativas sociales. No es una fotografía fija, sino más bien un espejo de agua que se modifica con cada experiencia, con cada palabra recibida, con cada éxito y con cada fracaso.

Junto a él, la autoaceptación funciona como el pegamento emocional que nos permite sostenernos en nuestros momentos más vulnerables. Es esa capacidad de abrazar nuestras contradicciones, de reconocer que podemos ser fuertes y frágiles al mismo tiempo, competentes en algunas áreas y aprendices en otras.

Existe una dimensión menos visible pero igualmente importante: el autorrespeto. Ese espacio interno donde decidimos qué tratos estamos dispuestos a aceptar, incluso de nosotros mismos. En mi práctica clínica, he observado cómo muchas personas mantienen un diálogo interno que nunca tolerarían de un extraño, y mucho menos de un ser querido. El autorrespeto  es la barrera que protege nuestra dignidad básica, incluso y especialmente cuando cometemos errores

Y finalmente, la autoeficacia, esa voz interior que nos susurra «puedo intentarlo» cuando enfrentamos nuevos desafíos. Esta dimensión está intimamente ligada a nuestra historia de logros y fracasos, pero también a cómo interpretamos esas experiencias.

El rompecabezas emocional

La psicología nos muestra que estos componentes raramente se desarrollan de forma equilibrada. Es común encontrar personas con una sólida autoeficacia profesional pero un frágil autorespeto en sus relaciones personales, o viceversa. Estas asimetrías explican por qué a veces nos sentimos seguros en ciertos ámbitos de la vida y profundamente inseguros en otros.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Hay momentos en que estas descompensaciones requieren el acompañamiento de un psicólogo. Especialmente cuando:

– La visión sobre nosotros mismos se vuelve tan rígida que no permite incorporar nuevas experiencias («soy un fracasado» sin matices)
– La falta de autoaceptación genera un sufrimiento constante, como si viviéramos en guerra con nuestra propia naturaleza, donde cada error se convierte en un arma contra nosotros mismos.
– Los límites personales se difuminan hasta el punto de permitir sistemáticamente tratos que nos dañan, repitiendo patrones de desvalorización.
– La duda sobre nuestras capacidades paraliza decisiones importantes en la vida, limitando nuestro potencial y oportunidades.

La terapia psicológica se convierte entonces en un espacio privilegiado para:

1. Explorar el origen de estos desequilibrios, que suelen remontarse a experiencias tempranas, donde aprendimos determinadas «lecciones» sobre nuestro valor.
2. Diferenciar entre creencias heredadas y verdades personales, separando lo que realmente sentimos de lo que nos enseñaron a sentir.
3. Experimentar nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos, cultivando una voz interna más compasiva y realista.

Como profesional, he sido testigo de cómo este trabajo conjunto puede transformar la relación que una persona mantiene consigo misma. No se trata de construir una autoestima «perfecta» – eso no existe -, sino de desarrollar la flexibilidad psicológica para sostenernos en los distintos momentos de la vida, reconociendo que nuestro valor no depende de nuestros logros ni de la aprobación externa.

La paradoja esencial del amor propio

Curiosamente, el camino hacia una autoestima saludable no pasa por obsesionarse con ella, sino por aprender a mirarnos con honestidad y ternura. Requiere el valor de enfrentar nuestras sombras sin dejarnos definir por ellas, y la sabiduría de celebrar nuestras luces sin convertirlas en armadura.

En este proceso, descubrimos que la autoestima no es un destino al llegar, sino una forma de viajar por la vida. No se trata de alcanzar un estado de perfección inalcanzable, sino de cultivar una relación cada vez más auténtica y compasiva con nosotros mismos, reconociendo que merecemos amor y respeto simplemente por exisitir.

Si al leer estas líneas has sentido que alguna de estas dimensiones resuena particularmente en tu experiencia, quizá sea una señal para considerar que todos, en algún momento, necesitamos ayuda para aprender el más difícil de los amores: el que nos debemos a nosotros mismos.

ç

 

BEGOÑA MARÍN - PSICÓLOGA

Soy Begoña Marín, Psicóloga General Sanitaria y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Vitoria- Gasteiz (Colegiada AA-01105).

Trabajo acompañando y guiando a las personas que pasan por una etapa complicada de su vida. Mi objetivo es que mis pacientes desarrollen estrategias de afrontamiento, conductas y pensamientos que les permitan superar las dificultades.

Deja un comentario

Solicita una primera cita